19 julio, 2020

Mi primera escuelita.....

Me parece que alguna vez les conté que mi capacidad de discernir entre lo bueno y malo ocurrió a muy temprana edad, ello solo ocurre cuando pierdes la inocencia de niño por cualquier tipo de evento en tu vida (en mi caso una quemadura a las 4 años de edad), a partir de ese evento mi vida no fue igual, pensaba mucho antes de realizar cualquier acción lo cual estaba bien, pero a su vez retrasaba mucha otras acciones propias de un niño que no necesitaban mayor análisis, como jugar por ejemplo, hasta en eso trataba de analizar consecuencias, si me lesionaría, que pasaba si perdíamos el partido, etc. ello hacia que mis patas no me tuvieran mucha paciencia y me presionaban para que solo actuara o lo que hoy diríamos "lánzate". 

A la vuelta de mi casa en la calle Putumayo funcionaba una escuelita de preparación pre escolar (hoy se diría de esa forma) de la Srta. Marcela, señora muy amiga de mi madre y madrina de bautizo de mi hermano menor, podríamos decir que apenas el futuro alumno podía sostenerse en sus dos piernas ya estaba facultado a asistir a las clases que de preferencia se desarrollaban en el verano, mi madre lo entendió así y en tropa mis hermanos y yo éramos enviados a asistir a las clases desde el segundo día de enero hasta la ultima semana de Marzo, ello porque las clases en mis tiempos se iniciaban en Abril, las clases se desarrollaban en dos turnos en la mañana desde las 09.00 horas hasta las 12.30 horas  y por las tardes a partir de las 14.30 horas hasta las 17.00 horas, en la mañana llegabas bien lavado, peinado con raya al costado y bien desayunado, te presentabas con tu cuaderno, lápiz y tu cartilla del abecedario (creo que ya ni existen) la Srta. Marcela y su perro Pilsen te recibían y con una cordialidad que te inspiraba confianza ingresabas por la puerta que daba a su cocina, baño y una escalera para el techo, ingresabas por un corredorcito, pasabas su comedor e ingresabas a uno de sus salones llenos de carpetas individuales hechas por su esposo Lucho y te instalabas en ella, tenia dos ventanales grandes que daban a la calle y ella solía sentarse en una de ellas donde te enseñaba las primeras letras, los primeros números, te enseñaba a cantar, pero principalmente te enseñaba a quererla pues a pesar de que éramos fácilmente unos 25 muchachos (hombres y mujeres) tenia la paciencia para desasnarte de la manera sencilla o de la manera difícil.

En la primera hora te instruía y con tu cartilla te hacia diferenciar las letras del abecedario, cada una de ellas identificaba a una figura que iniciara con una letra como por ejemplo "A de Aguila", "B de Burro", "C de Casa"....y así sucesivamente, luego y antes de que te vayas a almorzar reunía a todos los niños en esa etapa y sentada en uno de los ventanales y con un palo larguísimo en una mano y con la otra en el abecedario, te iba tomando las letras primero de manera continua y luego de manera indistinta, solíamos hacer media ronda de niños y el que se equivocase en la letra o en la figura, recibía al palito en el centro de su cabeza para acomodar las ideas, las personas que pasaban por afuera solían escuchar ese canto A, B, C, CH, D, E, F, G........y de repente un ¡ Ayy ! que identificaba la equivocación. Antes de que te fueras a almorzar solía hacernos reír contándonos historias o anécdotas de ella, la gringa su hija o de Javier un sobrino que solía llegar también para recibir clases, pero lo que mas nos alegraba era que llamaba a "Pilsen" su perro y lo hacia tirarse boca arriba para tocarle la guitarra, con un lápiz le sobaba la panza y le cantaba "tundete" "tundete" "tundete" y "Pilsen" movía la cola y se veía que lo disfrutaba.

Por la tarde y después de almorzar surgía la misma rutina de la mañana bien lavado, peinado y con un sueño terrible, la Srta. Marcela con una sapiencia que solo te da la experiencia, nos indicaba que la primera media hora debíamos poner nuestra cabeza sobre el pupitre y cerrar nuestros ojos hasta que ella te pasara la voz, ese descanso era reparador tanto que al no escuchar su voz diciendo que ya nos levantáramos recibíamos por despertador una cascara de plátano en pleno rostro, hecho que causaba risa de los compañeros y en tu caso a parte de la vergüenza el tener que ir al baño a lavarte y no solo quitarte el plátano sino también el resto de pereza porque en la tarde tocaba matemáticas, allí "la gringa" era nuestro ángel puesto que de manera individual y quizás con mayor paciencia nos iba explicando el porque del uno mas uno es dos y luego las restas, la multiplicación y la división. Así se pasaba el verano día tras día pero no la pasabas mal allí conocimos a muchos buenos amigos hasta ahora de los distintos barrios de los alrededores y del mismo callao, los mellizos Lopez y su hermano Nikita, la chola Maria y su hermana, el mismo Javier su sobrino, de cuando en cuando caían sus sobrinas "la china" y "la mila" que eran un verdadero vacilón, "la gringa" y "la negra" hijas de la señora Violeta, El Chalo, Los hermanos Zegarra, Pepe Clavijo, y un sinfín de amigos......cuando llegaba el mes de Marzo todos nos alborotábamos porque sabíamos que la Srta. Marcela hacia su fiesta de fin de curso, fiesta rodeada de música de la época "el taconazo" de Perez Prado, "El Casashow" que no se bien de donde era pero parecía melodía rusa y hasta "Maquina sexi" de Jim Brown, genial todos bailábamos a la fuerza, la Srta. Marcela nos emparejaba, luego los dulces, los petipanes con pollo, jamonada y queso, las aceitunas y huesitos en palitos, los chizitos, las canchitas, el arrocillo y el inefable pastel de sémola o como ella lo había bautizado "el trancapoto"....cuando la fiesta se acababa ella no admitía que este dulce se quedara y nos hacia fila y a cada uno nos repartía un cuadrado de no menos de medio kilo, y nosotros agradecíamos pero ella insufrible te decía "te lo comes aquí mismo"...pero señorita estoy lleno hemos comido bastante...y te repetía nada ..."te lo comes ya" y pues no quedaba mas remedio, a decir verdad y lo confieso ese pastel era rico, dulce consistente y con pasas, pero la fama de que te ajustaba el estomago creo que lo trascendió...

Fui por dos veranos a la escuelita de la Srta. Marcela y disfrute mucho esa estancia, hoy los recuerdos me embargan y me emociona saber que tuve y recibí una buena educación, ingrese al colegio Abraham Lincoln en kindergarten y transición, ingrese sabiendo leer, y las cuatro operaciones matemáticas básicas, sabia muchas canciones enseñadas por ella y la gringa, pero aunque no lo crean salí asumiendo mi capacidad para decidir que hacer y que no......

                                    

Nota: Las Cronicas de Rolo ahora saldran cada 15 días puesto que el autor inicio a trabajar presencialmente, lo bueno de ello es que su examen de COVID19 salio negativo, lo malo que ahora esta más expuesto sin embargo se esta cuidando y teniendo mucho cuidado al retornar a su casa. 




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